sábado, 24 de noviembre de 2012

Gracias, Guijuelo

El conjunto salmantino dio al traste con “el proyecto ilusionante” en 2004

Los chacineros eliminaron al ACF en los penalties

Corría el 13 de junio de 2004. El colegiado acababa de decretar el final del encuentro en el Carlos Tartiere, entre el Real Oviedo y el Real Ávila. Fue un encuentro tosco, que finalizó con un empate a cero y donde prácticamente lo mejor fue el esplendoroso tifo de Symmachiarii, que rezaba “Real Oviedo, la única obra de arte inimitable”. Los azules pasaban de ronda en el playoff de ascenso, pues el 1-2 cosechado en Ávila servía a los de Antonio Rivas para acceder a la fase final de las eliminatorias de ascenso. 

El rival sería el Atlético Arteixo, equipo coruñés. Pero eso es otra historia.

Cuando los noventa minutos finalizaron en el Tartiere un rumor se empezó a escuchar por las gradas del Tartiere: “oye, que el Engendro está en la prórroga”. En efecto, el Oviedo ACF, el equipo creado por el Ayuntamiento de Oviedo para tratar de sustituir al Real Oviedo, cuando se debatía entre la vida y la muerte en los momentos más bajos de su historia, se jugaba pasar de ronda en 30 minutos extra.

El Oviedo ACF, u Oviedo Astur, como también se le conocía por la ciudad (al margen de calificativos como Engendro, de sobra recordados por los oviedistas) había sido la apuesta de Gabino de Lorenzo para tratar de enterrar aun con vida a un Real Oviedo que, con el paso del tiempo, demostró que un sentimiento no entiende de razones.

Los jugadores del equipo municipal, por llamar de algún modo al ACF, habían caído en Guijuelo por dos goles a uno. En el partido que se celebraba en San Lázaro, Iván Iglesias, exoviedista, ponía el primer tanto en el marcador para los de Lobo. Acto seguido, el jugador salmantino Roberto Martín lograría el empate, y el defensa central del ACF Álvaro lograría el 2 -1 definitivo en las postrimerías del partido, para llevarlo a la prórroga.

Iván Iglesias con el ACF
Fue en ese momento cuando los edificios aledaños a San Lázaro se comenzaron a llenar de azul. Un azul mucho más intenso y verdadero que el que había dentro del campo. Los gritos desde fuera envalentonaron a un Guijuelo que pudo haber sentenciado en la prórroga, máxime cuando los locales se quedaron con diez por expulsión  de Iván Iglesias.

Los penalties decidirían. Por el ACF fallaron Castaño, Álvaro y Diego. El Guijuelo, a pesar de fallar el primer lanzamiento, convirtió los otros dos, para delirio del casi millar de aficionados del Real Oviedo que desde fuera festejaban los tantos de un equipo salmantino del que no tenían ninguna referencia, pero que en esos momentos hacía a los oviedistas los seres más felices del mundo, pues comenzaba a enterrar el proyecto que había intentado acabar con el Real Oviedo.

Fue ese el fin del ACF, pues pese a que subsistió otras temporadas con el mismo nombre, nunca fue rival para el Real Oviedo, quien recobró el apoyo municipal.

Pues bien, el Guijuelo será mañana el rival de un Real Oviedo que viene a celebrar su salvación en el Tartiere, pues ha superado con éxito el proceso de ampliación de capital. El ambiente en el municipal ovetense será bastante bueno. El Guijuelo presentó problemas económicos a principio de la temporada, que a punto estuvieron de dejarlo fuera de la competición. El Espíritu de 2003 se conecta, por azares del destino, con el de 2012 por medio de este equipo. El conjunto salmantino, que evitó el ascenso de aquel invento creado por el alcalde Gabino para asesinar al Real Oviedo, tendrá el premio de ser el primer equipo que visite el Tartiere con la salvación económica del Real Oviedo certificada. No olvidemos aquel 13 de junio de 2004 y recibamos al Guijuelo como se merece.

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