Los resultados de los dos últimos
meses han castigado a Sarriugarte
José Carlos Granero nuevo entrenador
En el fútbol se suele decir que
los resultados mandan. Y eso es lo que ha ocurrido en el Real Oviedo. Una mala
racha de resultados ha dado al traste con la etapa como entrenador de Félix
Sarriugarte en el club azul. El de Durango comenzó la temporada como míster del
conjunto de la capital del Principado entre la incertidumbre ante la incipiente
ampliación de capital y la falta de recursos de la entidad presidida por Toni
Fidalgo.
Con las miradas puestas en
asuntos más importantes, como la supervivencia del club, la afición no exigía
resultados al equipo. Se conformaba con verlo sobrevivir jornada tras jornada.
Se dio el caso que cuando se confirmó la salvación del club azul los resultados
comenzaron a ir a peor. Sin preocupaciones aparentes en lo extradeportivo, en Oviedo
se volvía a hablar de fútbol, y se observaban las carencias del equipo.
El primer revés para el
entrenador del Real Oviedo llegaba con el empate del Guijuelo en el Carlos Tartiere.
Cuando Hugo Salamanca empataba en el descuento, parte de la parroquia azul
clamaba contra el entrenador. Quizá gritos de desesperación y de rabia tras
dejar escapar dos puntos en casa. Era el primer partido con la salvación del
club consumada en lo económico.
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Sarriugarte con las manos en los bolsillos. Jonás Sánchez |
El tiempo pasó y comenzó 2013. No
lo hizo de la mejor forma posible, con la humillación del club ante el Sporting
“B”, aunque para Sarriugarte no fuera tal. El equipo se repuso y tres buenos
partidos ante Avilés, Fuenlabrada y San Sebastián de los Reyes, daban aire al
conjunto de la capital. Pero entonces vino la debacle y varios factores se
juntaron.
El primero, como decimos, sacar
solamente seis puntos de dieciocho posibles. Tres empates ante Caudal, Salamanca,
Ourense, y una victoria frente al Rayo “B”, pidiendo la hora. Acompañado todo
eso de las dolorosas derrotas en casa del Alcalá y del Marino canario,
penúltimo y último clasificado respectivamente.
A todo ello se le debe sumar la
ratificación de Toni Fidalgo ante los medios de comunicación en El Requexón. Se
suele comentar que una ratificación es el primer paso para una destitución, tal
y como finalmente ocurrió. Fue antes del encuentro ante el Rayo Vallecano “B”, partido
que los azules ganaron como ganaron, en el descuento. Quizá un empate ante los
vallecanos, que también ocupan puestos de descenso, hubiera forzado aún más las
cosas.
En ese partido se volvieron a escuchar
en un sector de la grada gritos contra el técnico vasco. Fueron mayores que
contra el Guijuelo, y en esta ocasión se clamó contra el míster aún ganando. La
confirmación del descontento de la parroquia azul contra su entrenador se vivió
este domingo. Más personas que nunca coreaban aquello de “Sarriugarte, dimisión”.
El juego del equipo ante diez jugadores, y la manera en que empataron al Real
Oviedo en dos ocasiones, jugándose lo que se jugaba, terminaron de decantar la
balanza. Se puede decir que la comunión del técnico vasco con la afición, no
era la mejor.
Además, hay que unir sus
declaraciones en rueda de prensa. La falta de ambición demostrada en muchas
ocasiones también ha podido influir. Sus palabras más repetidas en las últimas
semanas hablaban de conformarse con la clasificación para el playoff. Además,
era común escuchar a Sarriugarte escudarse en temporadas anteriores para
demostrar sus números, menospreciando el trabajo de compañeros suyos, e incluso
llegando a dirigirse a la afición, tal y como ocurrió tras el encuentro ante el
Rayo “B”.
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Sus declaraciones llegaron a generar polémica en los últimos tiempo. Jonás Sánchez |
Esas palabras en rueda de prensa
hicieron intervenir a Toni Fidalgo, que en los micrófonos de TPA llegó a
afirmar algo similar a que “el entrenador que se dedique a entrenar y deje en
paz a la afición”. Era evidente que algo empezaba a romperse también en su
relación con el Consejo de Administración.
Durante los partidos, los
planteamientos de Sarriugarte no eran excesivamente arriesgados, sobre todo en
los últimos encuentros, donde se intuía que el de Durango jugaba a no perder
viendo peligrar su puesto. La muestra más patente fue la del encuentro en
Ourense. Además, era poco común verlo fuera de los banquillos insuflando ánimo
a sus jugadores y corrigiendo cosas. Si a un aficionado del Real Oviedo se le
pregunta por la imagen de Sarriugarte en el banquillo, éste probablemente
responderá que era un técnico con las manos en los bolsillos.
Además, saltó la sopresa con criticables
medidas como las que publica La Nueva España, en relación a una cláusula
incluida en el contrato del vasco durante la ampliación de capital, que
encarecía su despido en caso de que se encontrara en puestos de playoff.
Pero lejos del ánimo de crítica
de este artículo, se debe recordar que Sarriugarte apostó por el Real Oviedo en
una situación caótica en verano, y que de la nada hizo un equipo que, de una
manera u otra, logró competir. Los acontecimientos de la temporada han dado
lugar a que los objetivos del inicio de
la temporada no sean suficientes ahora. Por eso palabras de agradecimiento para
el ex del Athletic de Bilbao y suerte en sus nuevas andaduras.
El sustituto ha sido ayer por la
tarde, se trata de José Carlos Granero, a quien ya analizaremos desde estas
líneas. Debe quedar claro que lo importante, esté quien esté, es el Real Oviedo
y el objetivo, el ascenso.
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