lunes, 28 de abril de 2014

El final de guión más cruel jamás escrito

90 minutos ante el rival al que menos quiere enfrentarse un equipo el día de la celebración de su aniversario. Toda la temporada en juego en un encuentro, ilusiones renovadas a pesar de la mediocre temporada. Un fallo garrafal, se adelantan los jóvenes rojiblancos. Los fantasmas y el olor a tragedia empiezan a aparecer en el Tartiere. Descanso tenso en las gradas. Vuelven los protagonistas al verde, inicio prometedor pero contragolpe demoledor, cae el segundo, el tercero...Llega el gol ¿de la honra?, un oasis en el desierto, cae el cuarto. El Tartiere estalla, 15.000 ilusiones rotas. Indignación, hastío, vergüenza...12 años de fracaso, decepciones y dolor proyectados en un sólo partido. Cruel final de guión para una temporada, una película dramática, una más de una saga que ya dura demasiado.

Los jugadores del Real Oviedo después de encajar uno de los goles del Sporting B
Foto: eldesmarqueasturias.com

Ni el guionista más retorcido de Hollywood habría escrito un final de temporada más trágico para el Real Oviedo. Una temporada que en su inicio pintaba ilusionante, con tranquilidad para planificar, con un presupuesto acorde a las exigencias que hay depositadas en este club, llegaron jugadores que parecían a la altura del reto, ascender al Real Oviedo a Segunda. Pronto levantaron expectativas con una buena pretemporada y un gran arranque liguero. "Este año sí", pensábamos muchos. "La mejor plantilla que hemos tenido en Segunda B" afirmábamos la mayoría. Desgraciadamente el avance de los meses fue configurando otra realidad, la que ayer representó su último acto, justo antes del vergonzoso cierre del telón. Y es que aunque quede un partido, dos jornadas y haya opciones matemáticas de playoff, la afición y hasta el propio entrenador, saben que el pitido final del encuentro de ayer puso punto final a un fracaso de temporada.

Volviendo hacia Avilés tras la humillación de ayer -no hay otra palabra para definirlo- pensaba si lo visto en el Tartiere había sido lo más doloroso que recuerdo, futbolísticamente hablando. Vineron a mi cabeza otros "grandes hitos" del Real Oviedo que me hicieron ponerle, en su momento, esa etiqueta de "lo más doloroso que recuerdo". Pensaba en las derrotas en campos de Tercera, los cuatro goles que marcó en el Tartiere el Universidad de Oviedo (2-4), el año del descenso a tercera, el propio descenso a Tercera en los terrenos de juego, Caravaca, la anterior derrota en casa con el Sporting B o el regalo de Reyes de 2013; los cuatro goles de El Molinón...Entonces fue cuando me di cuenta de que probablemente lo de ayer sí sea lo más escandaloso que hemos sufrido, pero que la nómina de fracasos anteriores es lo suficientemente grande como para que ya tengamos callo, y que lo de ayer se convierta, solamente, en "una más".

"La grandeza de un equipo no se mide por las veces que se cae, sino por las que se levanta". Una frase que los aficionados del Real Oviedo nos vemos obligados a rescatar todas las temporada. Pero no es una frase vacía, es cierto que salimos del Tartiere en el mes de mayo o junio (esta vez ni eso) jurando en arameo, prometiendo que no vamos a volver más, que no nos van a tomar más el pelo, etc...Pero dos meses después estamos ilusionándonos con los fichajes, mirando nuestros posibles rivales, esperando a que salga el calendario...Todo ello con la mayor de las ilusiones. Con las ganas de que comience una nueva película, que, esta vez sí, tenga un final feliz y acorde a lo que una afición como la del Real Oviedo se merece.

Un guión que dependerá, en gran parte, de la planificación de la temporada que haga el Grupo Carso en lo que será su primer proyecto enteramente propio en el Real Oviedo. El Sporting B demostró ayer sobre el Tartiere que el sentimiento de unos colores -los suyos propios- puede mucho más que la presunta calidad y la necesidad de ganar que tenían unos jugadores que no han sabido estar a la altura, en toda la temporada, de lo que la camiseta azul requiere. Va siendo hora de que un porcentaje considerable de la plantilla del Real Oviedo esté formada por oviedistas, que traspasen su ilusión y sentimiento de los colores al resto. No puede ser que solamente dos jugadores salidos de la cantera engrosen el plantel azul. Sentimiento y calidad -que en El Requexón la hay- no son conceptos antagónicos.

Un proyecto en el que tampoco deben de faltar jugadores comprometidos, que no vean al Oviedo como ese foco que les puede poner en el punto de mira de un equipo de Segunda, sino que el Real Oviedo sea, a final de temporada, ese equipo de Segunda en el que estar, saboreando la gloria de haber conseguido un ascenso inédito en la historia más reciente de el club carbayón.

En las manos -o mejor dicho las piernas- de los jugadores que formen parte de la próxima plantilla debe estar contribuir a elaborar el guión de la mejor película jamás escrita. Aquella que cuente como el Real Oviedo volvió, tras años de peregrinación por el desierto, a la tierra prometida, la Liga de Fútbol Profesional.

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